Fr▲nkenstein.







Atento: Uno no puede parar de padecer la perdida, pero si puede hacer que el dolor sea menos grave, y así, volverlo sustentable... Quisiera que te sentaras frente a mi, a no escuchar, sino a observar, invitado por las micro potencias que poco a poco se dispersan en tu sangre y producen juego líquidos, mares que azotan sus fronteras con la tierra que no existe; no hay nada real, somos sombras que vagan errantes, plagiando la esperanza, el aire y la basura generada.
No quiero que esperes sentado sobre la linea que une tu cuerpo del cuerpo de agua que brota de entre las piernas de piedra, los juegos maniacos que no conocemos-pero conoceremos, seguro- y el proceder al detrimento del alma, dentro de pasillos ancho con paredes de espejos, repleto de sueños frágiles, sutiles pero sin luto determinado.
No moriremos, porque no existimos sino nos amamos, eso, querido, es mal de amores... acaba, acaba en la muerte. No, miento, acaba cuando dejamos de creer que estamos-de alguna manera- ligados, tejiendo mutuas capas para los fríos que vendrán con las luces del sur, con los rayos del norte y sus poco convincente perfección. Venga, que no recaiga mi fatiga en rotos pies de simio, que sean crueles, y un poco falsos; me estoy acostumbrando a la mentira como forma de vida, casi como una profesión mal pagada... Cercano a cualquier trabajo en un puesto de hamburguesas- y sabes de lo que hablo-, marino que despiertas de madrugada temiendo al frío, sienteme en tus húmedos sueños que puedes gozar de realistas: ojos, mares, bosques, tiempo, sexo, muerte, cosquillas, mis sombras y tus pesadillas que parecen árbol, árbol de amargos colores.

Es tiempo de que nos perdamos el miedo, y seamos menos gatos y más hombres, verdaderos.
Los amantes con nieve-gracias al cielo- se pueden mirar. Debo admitir que siempre me pareció un acto melodramático y romántico a medias el hecho de darle importancia a una leyenda tan fría, que me genera tanto. Sencillamente es parte de la infernal belleza que caracteriza mis géneros, mis aves que no puse en rojas jaulas.
Tengo las manos limpias y un dolor de pecho casi fantástico.
Lo que me enamora es que estemos unidos por ruidos que se esconden en las cálidas rutas de los sentidos, de la ropa que se cae, de la piel que se nos mezcla, con notable luz, mirando el amor como una pieza genuina, un arenoso pensamiento.

Hasta que nos volvamos a conocer....


 
 
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