Turner, John Mallord William (1775-1851).
Buscándome, me quede dormido. Al despertar vi algo que se movía; una sombra, un ruido pequeño que se extendía lentamente hasta llegar a mis pies. Era yo desde otro sitio, uno más elemental. Escuche gritos y calumnias, llamados que sugerían desesperación y a veces pena.
Entonces procure decir algo, pero me fue imposible, yo también estaba callado.
Yo también estaba dormido.
Todo parecía un juego; un rompe cabezas que no conseguía armar.
Hojas, gente huyendo, el mar. Dentro de todo esto, el silencio que nos unía. Un dolor taciturno que nos embriagaba sin siquiera saber la razón (o al menos yo no la sabia), para reconocer que era yo el motivo...
No soporto hablar de muertos, porque vuelven.
Y yo vuelvo porque temo a ser vacío.
Que terror me consume ahora que nada me llena, y busco incansable el mar entre mis sueños.
No hay islas, no hay seres; solo hay mar y mis pies caminando hacia el sin llegar a tocarlo.
Tocarlo sería una desgracia.
Seria humano.
Entonces regreso a la vida y me doy cuenta de que no he llegado a ningún lugar: soy un móvil, un cuerpo que recorre de lado a lado buscando algo que no encuentra y aparece en destellos luminosos dentro y fuera de mi cuerpo cuando puede. Cuando quiere.
Me siento morir, porque estoy durmiendo.
Y mientras más duermo mas sueño que escapo muy lejos de aquí y de ti, y de todo.
Ulysses escapa sin saberlo, cae.
Yo caigo, buscando lo mismo, pero no hay guerras ni peligros, solo estoy yo.
Qué pena, el sujeto abusa del predicado para reducirse a escombros...
A sombras inmóviles que lloran por que no tiene fuerzas,
ni cuerpo,
ni ganas de seguir viviendo.
Entonces procure decir algo, pero me fue imposible, yo también estaba callado.
Yo también estaba dormido.
Todo parecía un juego; un rompe cabezas que no conseguía armar.
Hojas, gente huyendo, el mar. Dentro de todo esto, el silencio que nos unía. Un dolor taciturno que nos embriagaba sin siquiera saber la razón (o al menos yo no la sabia), para reconocer que era yo el motivo...
No soporto hablar de muertos, porque vuelven.
Y yo vuelvo porque temo a ser vacío.
Que terror me consume ahora que nada me llena, y busco incansable el mar entre mis sueños.
No hay islas, no hay seres; solo hay mar y mis pies caminando hacia el sin llegar a tocarlo.
Tocarlo sería una desgracia.
Seria humano.
Entonces regreso a la vida y me doy cuenta de que no he llegado a ningún lugar: soy un móvil, un cuerpo que recorre de lado a lado buscando algo que no encuentra y aparece en destellos luminosos dentro y fuera de mi cuerpo cuando puede. Cuando quiere.
Me siento morir, porque estoy durmiendo.
Y mientras más duermo mas sueño que escapo muy lejos de aquí y de ti, y de todo.
Ulysses escapa sin saberlo, cae.
Yo caigo, buscando lo mismo, pero no hay guerras ni peligros, solo estoy yo.
Qué pena, el sujeto abusa del predicado para reducirse a escombros...
A sombras inmóviles que lloran por que no tiene fuerzas,
ni cuerpo,
ni ganas de seguir viviendo.