



Jugando con el clima lluvioso, he recorrido las calles (que paradojicamente no me gusta retratar), y me encontre con que el cielo (nuevamente), me ha cautivado. No me había dado cuenta de que, de forma extraña, el mar y el cielo son muy parecidos... y frente a este festín, las nubes imitan la espuma que surge del choque del agua con las colosales piedras. Es otro importante motivo para amar al cielo ya que solo se tiene que alzar la vista.