Verde.


Estoy parado muy lejos, muy lejos de ti.
Estoy parado.
Si observo cada detalle de este momento presente,
me siento preso.
Recorro las letras dispersas de ese monitor,
de mi libertina injusticia;
y veo, te veo,
nos veo,
inmersos en algo similar a la muerte,
es este instante escondido entre mi nariz y tus cabellos negros,
entre descubrir que sigo vivo, a tu lado, insignificante,
esperándolo todo,
sin ninguna esperanza.
Quiero que sepas, hermano, que te he buscado en todos lados en estos días tan tristes (obligadamente).
Quiero que tomes en cuenta que aun temo el oír a lo lejos, distante y errante, el campaneo de esas llaves que abren el infierno, que abren la brecha que me divide de estar inerte y ser lo que soy;
no soy nada y el mundo lo seguirá diciendo hasta que yo enmudezca o cambie de cuerpo,
de religión,
de humor,
de drogas,
de sexo.
Tengo la intención de escribirte, de decirte lo que pienso, de suspirar y callar constante.
Quiero que vuelvas, quiero volver, salir de este lugar ,
decir todo, todo lo que me ha hecho callar ser parte de lo que se castiga;
ser yo.
Ser silencios.
Ser Dioses rotos.
Ser nada.
Hermano, rompe esta cadena, cubreme de trapos y quema mi cuerpo,
quema esto,
quema, arde.
No soy nada, me lo ha dicho el mundo,
y sin embargo gira.

 
 
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