Vade retro Satana!


Lo que se leerá acontinuación es una reflexión causada por el viaje a Guanajuato y los días que le siguieron, concluyendo la noche de publicación en la bañera de mi departamento.


"El instinto social de los hombres no se basa en el amor a la sociedad, sino en el miedo a la soledad."
Arthur Schopenhauer

No soporto la imbecilidad.
Siempre que me aventuro de manera furtiva y animal, algún imbecil arruina mi plan. Es real que también soy un tanto intolerante, serio y excesivamente formal con todo, todo, hasta el hecho de cocinar una verdura me hace una persona seria. También debo admitir que soy substancialmente divertido y juego con todo, porque la vida es un juego súbito. La cuestión es que últimamente me encuentro con situaciones que me proveen de escepticismo y comienzo a creer que son pocas las personas que de verdad tienen algo con que jugar. Sin embargo el miedo es una constante involuntaria que me insita a estar ahí, en cualquier situación, intentando combatir el mal momento y la incomodidad fortuita...

Yo, le tengo miedo a una serie de cosas que se relacionan, y cuando veo que la gente cercana le ha dejado de temer (de forma consciente a ello), me comienzan a agradar, dándoles de forma casi instintiva el poder sobre mi persona. Todo gracias a los valores inculcados durante mi proceso de formación primaria (léase religión, sobreprotección, violencia, adicciones, etc.)
Cuando a alguien no le agrado es porque por lo regular, ese "alguien" esta esperando que sonría, gima de felicidad, le acaricie de forma compulsiva y casi invasora, siendo extrema distante mi forma de demostrar aprecio o sencillamente agrado. Ese es uno de mis miedos, digamos, esta en mi TOP 50 de miedos.

Entonces, cuando alguien se acerca y busca en mi algo que no puedo darle, llanamente ante mi se aparece ese infeccioso espacio que me crispa; a ese abismo le llamo oscuridad.
Para Wikipedia, oscuridad es: la ausencia de luz . Sencillamente. Para mi, es todo lo que yo temo, porque para mi encontrar eso en alguien es encontrarme en una habitación donde todo lo que pienso existe, por lo tanto no hay receso alguno para el infinito infierno.
Identificar ese momento es vagamente un acontecimiento; las instrucciones son las siguientes:

  • Miro fijamente a la persona hasta ver que todo es real.
  • Descubro en su entorno una gama de posibilidades de desaparecer.
  • Me pienso en situaciones extremas con esa persona.
  • Observo detalladamente cada una de sus prendas, luego, miro si le parecen cómodas y si combinan con la manera en la que se expresa al tratar de comunicarse conmigo.
  • Imagino otras formas de llegar al momento presente y tener un vínculo con esa persona.
  • Busco la trascendencia, en relación con esa persona.
  • Me asomo en el abismo una primera vez.
  • Hablo sobre temas básicos, sin llegar en ningún momento a tocar algo de vital importancia. Nunca.
  • Tengo un ligero contacto físico.
  • Reflexiono de manera ligera pero consistente sobre el pasado de la persona que tengo enfrente, principalmente sobre la manera en la que creció y cuanto acceso a la cultura tuvo durante su crecimiento. Debo en este momento no subestimar a la persona, de ninguna manera.
  • Soy respetuoso y de ninguna manera me irrito.
  • Si ya me irrite, me voy, lo más seguro es que la oscuridad este muy cerca, y esa noche no pueda dormir.
  • Vuelvo al abismo una segunda y última vez.
  • Veo los ojos de la persona. Puede que me pierda y me quede. Puede que me asuste y me vaya. Puede que me de asco y me vaya o me quede, depende de cuanto interés tenga en obtener algo de ella.
  • Confío.
Si al llegar a casa, al llegar a mi habitación, tengo un extraño presentimiento, un temor opresivo, lo más seguro es que piense en la muerte y en las criaturas que duermen escondidas entre mis objetos. Esas criaturas viven dentro y fuera de mí desde que era un niño, y desde entonces mi madre me decía que un día dejaría de temerles; sigo haciéndolo, les temo y por lo tanto me temo. La muerte, la oscuridad y las bestias son un pretexto: no puedo conmigo, esa es la realidad del asunto, y como es de esperarse tampoco puedo con el mundo ni con sus habitantes.
 
 
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