Dame tu mano izquierda,
La que usas para dibujar corazones en el viento.
Es un hecho que te has especializado en la sencillez,
Cuando hundes tus abrazos en ayer.
Ligerísima eres, en el instante en que te sumerges
En el núcleo de la gente,
Y exploras con cautela
Todo lo que desean…
En algún momento considero que has decidido
Por acariciarme con tu alegría convencional.
No se si ello me obligara a continuar,
A tu lado por este amor.
Grande es tu determinación.
Ha sido el efecto dificultoso
Al dirigir miradas risueñas a mis ojos.
Me tomas por sorpresa y me besas.
Hace días que me he convertido
Sin razonamiento real en tu amante insonoro.
La noción es alegórica,
Tu memoria sujeta mis palabras,
Oculto mis pensamientos
Para recurrir a tu delicioso tiempo.
Es fascinante cuando nacen
En tu crisol crepuscular,
Las llamas de amarme sin esperar
A ser amada.
Pero n tus elogios ni tus abrazos
Logran motorizar mi corazón.
Lamentablemente nunca dejaras de ser
La madre de los corderos.
Ya no soy feliz, ya no estas conmigo.
Te dejo esta noche,
No mereces que te hiera
Ni que te robe el aliento.
Por eso me voy,
Por eso me alejo.
Me arranque los ojos,
Para no volver a enamorar
Con esas miradas frágiles
A las sumisas que se dejan encantar.
No quiero oír más voces,
Y algunos fugitivos lamentos
Distorsionan mi voz.
Lastima que estés tan lejos,
Solo me resta el recuerdo perenne.
Tu olor en una carta,
Tu voz retumbando
En las paredes de mi jaula.
Toma mis lágrimas y suspiros,
Arrójalos al vació.
Ahora cordero…
Eres libre.
Canción Para Arrullar Corderos
La Anatomía Del Cerdo
Colección Privada